Cada 24 de marzo se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis para concientizar sobre las nefastas consecuencias sanitarias, sociales, económicas de esta enfermedad. En 1882, Robert Koch manifestó que la tuberculosis debe considerarse más importante que cualquiera de las enfermedades infecciosas si se mide por el número de muertes en la humanidad. Las cifras actuales de infectados (2.300 millones), enfermos (9 millones nuevos anuales) y fallecidos (1,5 millones anuales) obligan a una profunda reflexión de qué está fallando en el control de una enfermedad curable desde hace más de 50 años y prevenible. La base del diagnóstico de la TB sigue recayendo en la clínica, la radiología y las pruebas microbiológicas, con grandes novedades con la aparición de técnicas moleculares rápidas.
El lema del Día Mundial de la Tuberculosis 2019, «Es hora de actuar. Es hora de poner Fin a la Tuberculosis», pone de manifiesto sobre la urgencia de adoptar medidas para cumplir los compromisos adquiridos por los líderes mundiales:
aumentar el acceso a la prevención y el tratamiento;
establecer la rendición de cuentas;
garantizar una financiación suficiente y sostenible, en particular para la investigación;
poner fin a la estigmatización y la discriminación, y
promover una respuesta a la TB que sea equitativa, basada en los derechos y centrada en las personas.
Uno de los principales problemas ha sido la falta de voluntad política y una inversión insuficiente en la lucha contra la Tuberculosis.



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